Me quedé allí con los pies clavados en el suelo, con la chaqueta puesta y la bolsa en la mano. Los pies no se movían, solo mis ojos se dirigían a un lado y a otro, recorrían todos y cada uno de los rincones de esa sala. No había alma alguna que merodeara entre los asientos y mesas. Sólo el salvapantallas del ordenador llevaba a cabo algún que otro movimiento.
No corría ni una gota de aire, solo el aire que respiraba provocaba el movimiento de las partículas que se encuentran en el aire por defecto. Ruidos... alguno, en el exterior.
Mi cerebro da la orden de moverse y mis pies empiezan a ejecutar junto con mis piernas un movimiento repetitivo. Llego a la puerta, la abro, miro a mi alrededor, sigue sin haber alma conocida. Todo extraños que van y vienen por el pasillo. Sigue el movimiento inferior. Llego a la puerta exterior. Empujo una vez, dos veces. Estoy en el mundo exterior.
Nadie conocido. Mis piernas no han parado en ningún momento. Me encuentro en la parada del autobús. Me guiña el ojo, coge el 41. Me espero al 10. T-Jove. Final del autobús. Un asiento. Mi libro amarillo. Aquí. Me adentro en el "Mundo Amarillo". Mi parada. El sol, un poco de aire, mi sonrisa. A pesar de todo... mi sonrisa.
Sí, es difícil, lo sé, pero poco a poco, todo a su debido tiempo, crecer no es fácil.
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