Escondida detrás del árbol le observé, tenía su pareja perfecta encima de sus piernas, la acariciaba como si de un bebé se tratara, sus cuerdas perfectamente afinadas dejaban en el aire las graves y agudas notas perfectamente congeniadas. Me descubrió, la vergüenza apareció en mis mejillas sonrojadas, me acerqué. Guardó su compañera y se levantó. Dirigí mi mirada hacia sus ojos, algo altos. Sonrió y me preguntó qué hacía por allí. "La verdad... escuchaba las dulces notas de tu guitarra." "A mi me gusta contemplar la dulzura de tu rostro." Me acarició la cara, de forma tan suave que me hubiera dormido de lo bien que me sentía, abrí los ojos para mirar los suyos, su sonrisa era permanente, la mía también, dejó caer la mano para encontrarse con la mía, las miró, levantó la mirada, se me acercó, y me besó, sus labios eran suaves, dulces, tiernos...
No separes tus labios de mi, mantente cerca, tan cerca que podamos ser uno.
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