Todo se ve desde una perspectiva determinada pero esconde otras que debes descubrir. No es fácil conseguir ver el otro lado de la cara porque a veces no tiene cara. En ocasiones intentas descubrir algo de alguien y crees que ese es su derecho. Pero después, con el tiempo, ves que no es así que tiene un revés y que no te gusta para nada esa forma que tiene. Puedes aceptarlo o rechazarlo. ¿Te das cuenta que en esta vida todo son decisiones? Pero hoy no me apetece hablar de esto.
Con el tiempo recibes críticas de lo que escribes, unas te gustan, otras no, unas te sorprenden y otras te hacen pensar. Pues hace unos meses recibí una crítica por teléfono de una escritora en potencia aún por descubrir. Me dijo, con otras palabras, que le gustaba y veía como una virtud el poder escribir aquello que uno siente sin tener que esconderlo, se puede enmascarar pero siempre se sabe qué trasfondo hay. Y remató la crítica diciendo que era como yo, que lo que escribo es lo que hay y lo que yo muestro es lo que soy.
Esto me llevó a pensar durante muchas semanas y darme cuenta de que soy de las personas que paga con la cara, que lo que ves, escuchas y sientes cuando estás frente a mi es lo que soy. No me preguntes jamás qué quieres saber respecto a un tema, hecho, pensamiento, sentimiento, porque siempre oirás lo que pienso, jamás diré lo que quieren escuchar. Mi querida escritora lo ve como una virtud y yo a veces como un defecto.
Todo en la vida depende por dónde lo quieras mirar, todo tiene un punto de vista diferente, sólo hace falta que lo busques y lo estudies.
“Tiene la facilidad de convertir su personalidad en una niña de cinco años en un intervalo de tiempo muy pequeño, y eso es de las pocas cosas que la hacen sonreír, sentirse como una niña en su mundo de color lila.”
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