martes, 6 de abril de 2010

Al sol como lagartos.


Quizá sí, pero ese tiempo me lo guardo para mí, me lo guardo para que nadie me lo quite. Hemos tenido tantos espectadores... parte del público nos conocía y parte del público no. Pero ellos no me importan cuando estoy a tu lado.

En el momento que he cerrado los ojos, no pensaba nada, la tranquilidad reinaba mi ser, y el roce me ha hecho salir de la realidad establecida para entrar en ese mundo tuyo y mío. Y ahora hay un lazo que nos une.


La ciudad observaba los dos jóvenes en aquél banco, al sol, mírándose, brillando por algo inexplicable. La ciudad observaba el curso de una historia que nadie sabe cuándo empezó ni cuándo acabará.

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