domingo, 16 de mayo de 2010
El diario de una chica blanca... (VII)
No sabía cómo hacerlo para no hacerle daño. Era frágil cómo la porcelana, era tierna cómo el pan, era dulce cómo la miel, suave cómo los pétalos de una flor de primavera. Era todo aquello que no quería tocar para no romper.
Abrió los ojos.
Sus brazos envolvían todo su cuerpo.
Se sentía protegida.
Sus ojos recorrían cada rincón de su rostro.
Se sentía observada por alguién a quién amaba, a quién le daba igual cómo llevara el pelo o si no se había duchado esa mañana, estaba allí con él y sólo importaba eso.
Una tímida sonrisa.
Un tímido respiro.
"- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡ Despierta!!!!!!!!!!!!!!!! Vamos a jugar a lo que a mi me gusta... ¿Ves esto? Es una porra de policía, ¿ves esto? es una cuerda para atarte, y aquí tengo el látigo para pegarte en el culo, las esposas para las manos y todo aquello que me gusta para poder sentirte mía."
Un reflejo dice mucho más de tí que tus propias palabras.
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