Era una chica que estaba perdida en un mundo que ni si quiera podía encontrar. Poco a poco se fue dando cuenta de que no tenía sentido buscarlo, simplemente debía ir aceptando las cosas y debía ir siguiendo hacia adelante. Era fácil, simplemente tenía que seguir su vida, no planear nada, no esperar nada, no tenía que preguntarse el por qué de muchas cosas, sólo tenía que levantarse e ir haciendo, las cosas se irían poniendo solas en su lugar. Cogió el libro de Matemáticas, ecuaciones y ecuaciones, razonamientos y razonamientos que pretendían explicar el por qué de muchas incógnitas. Lo entendía perfectamente pero en la vida eso no funcionaba, no era una ciencia exacta. Le miró y no pudo evitar sonreir. Más tarde estaban en su casa, estirados en la cama, sientiendo el calor de cada uno, sonreían, se miraban, pocas palabras servían en ese momento. Se abrió la puerta, se dieron un beso y desaparecieron cada uno con una sonrisa indescriptible.
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