... a todo aquello que es ilusión de una imaginación irracional de un mundo completamente astral.
No sé lo que digo y a veces no sé ni lo que pienso. Me cuesta entender muchas cosas a la vez que no sé muchas otras. Quizá soy borde, arisca, ilusa, estúpida, inculta, pesada, o cualquier otra cosa que se le pase por la cabeza. Pero en el fondo hay cosas que son ciertas y otras que no. A veces la ignorancia me puede, pero porque es lo que me hace feliz, porque la no preocupación por ello es lo que me hace sonreir. Y a veces todo lo contrario. Querer algo no es pecado, quizá egoísta pero no pecado. Querer quedar contigo, mirarte, escucharte, abrazarte inesperadamente, besarte sin permiso... quizá son los libros de la biblioteca los que me llenan de pajaritos la cabeza, quizá son las películas que me muestran una imagen errónea de la realidad, quizá es el mundo entero que va a otro rol, otro ritmo, otra marcha... pero yo, yo voy al mío, al que creo conveniente, al que me hace sonreir cada mañana, voy a una velocidad que es marcada por cada nota que fluye de tí.
Quizá es o no, pero una vez la miel me dijo que me veía dispuesta a arriesgar, me veía dispuesta a ir a por lo que quiero y no va a ser ni el miedo ni la oscuridad quién me lo impidan. Sentirte tras las cortinas de un comedor, donde todo fluye y sigue su rol menos tú, hasta que la ventana se abre, miras hacia el frente y ves como tu camino sigue y que él la ilumina.
Querer la explicación racional era lo que me hacía tirar para adelante, pero me gusta más el camino de la ilusión de la imaginación irracional del mundo astral.
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